
El visto y no visto de las ayudas MOVEA para la movilidad eléctrica.
En materia de cambio climático los objetivos marcados a nivel mundial se distinguen generalmente por ser mucho más ambiciosos que las técnicas y métodos acometidos para llevarlos a término. Ya en su día, la firma del Protocolo de Kyoto, fijó para los países desarrollados el hercúleo reto de alcanzar un 30% en la reducción de emisiones de cara a 2020 y llegar a un 50% en 2050. Difícil tarea que depende de varios factores, el diferente coste según los sectores de actividad, el grado de esfuerzo, muy difícil según de qué país se trate, y los diferentes efectos a qué se puede dar lugar.
A la hora de adjudicar responsabilidad a los distintos sectores de actividad, el de transporte se lleva gran parte de ella, junto con los combustibles fósiles. Se prevé además que la población mundial se duplicará entre 1980 y 2030, un hecho que hace todavía más urgente la reducción de emisiones y que añade una preocupación más: dado que el carbono es la principal fuente de energía, un incremento poblacional de tal calibre necesitará mucha más energía. Así las cosas, las fuentes energéticas alternativas siguen ganando camino. Entre los objetivos de Bruselas está el de aumentar significativamente el número de vehículos eléctricos, vehículos con motor de hidrógeno y vehículos híbridos de cara a 2050.
Sin embargo, la realidad es distinta, y la movilidad eléctrica sigue encontrándose con trabas que amenazan su desarrollo. Así pues, el plan MOVEA de ayudas a los vehículos eficientes aprobado por el Consejo de Ministros a finales de 2015 y puesto en marcha el pasado mes de febrero, ha agotado ya todos sus fondos en apenas dos semanas de vigor, tanto para turismos como para cuadriciclos y bicicletas eléctricas. Esto implica que los usuarios interesados en la adquisición de un vehículo eléctrico habrán de pasar a formar parte de una lista de espera para el momento en que se vuelva a abrir el programa MOVEA, cuyo presupuesto no parece que vaya ampliarse en el corto plazo.
Así las cosas, los presupuestos destinados a la movilidad eléctrica siguen menguando año tras año y se ha pasado de los 10 millones de euros destinados en 2013 y 2014 a los 7 millones en 2015 en el plan MOVELE y apenas 4,5 millones para el año en curso para el MOVEA.
Desde Newmobility (www.newmobility.es), agrupación integrada nacida de la fusión de iniciativas de movilidad eléctrica y de profesionales del sector, queremos constatar la necesidad de más de recursos para apoyar estos proyectos y de una mayor implicación de los poderes públicos con estas iniciativas que ofrecen soluciones a los problemas de contaminación y ruido que tenemos en las ciudades. Compartimos con asociaciones del sector como AEDIVE, que es menester un sólido apoyo financiero y fiscal desde la administración a la adquisición del vehículo eléctrico e infraestructuras de recarga que se adecúe a lo que ya es una realidad en otros países de Europa.